«El hombre moderno ha perdido el sentido de la tragedia»

Gustavo Dessal

Para Lacan, el hombre moderno es alguien que ha perdido el sentido de la tragedia. Esto no significa, por supuesto, que la existencia actual del ser hablante no esté atravesada por la tragedia, ni que la civilización haya alcanzado un estado de bienestar que supera al precedente, ni que el sufrimiento no siga siendo uno de los principales ingredientes de la condición humana. Significa, más bien, que de todo ello el hombre moderno comienza a perder el sentido, es decir, comienza a dejar de leer en el dolor los signos de la verdad. Significa que el hombre moderno ha dejado de concebir una distancia entre su facticidad y las posibilidades de realización de sus sueños, porque la civilización actual no sólo no le exige una renuncia, sino que le inocula la convicción de que la felicidad está al alcance de cualquiera.
¿Qué era, para los antiguos, la tragedia? Era, ante todo, una lección de humildad. Era la aceptación de que el sentido de la vida humana, incluso el de la historia, estaba gobernado por fuerzas que no dependían enteramente de la voluntad ni del empeño del hombre, superado por la acción de un destino que los dioses imponían de modo inevitable. “Conócete a tí mismo”, el célebre imperativo moral que auspiciaba el templo de Delfos, es la fórmula de la sabiduría, que no consistía en otra cosa que estar dispuesto a realizar el destino hasta su final. La grandeza de los griegos, aquellos en los que se fundó la civilización que hoy llega a su ocaso, consistió en saber que el poder del hombre es a la vez infinitamente más pequeño y más grande que su destino.
Cuán distinto nos resulta hoy en día el mundo, cuando comprobamos que los dioses han huido de los templos, de las fuentes y de las estatuas. El destino, es decir el mensaje del más allá, de aquel Otro lugar que obligaba al hombre de la Antigüedad a interrogarse por la verdad, es actualmente una preocupación vana, un pasatiempo de horóscopos y loterías de rascar. El destino ha sido reemplazado por un presente continuo, en el que sólo se nos invita a no perder la eterna oportunidad de ser dichosos. Porque ya ni siquiera la anatomía es el destino, diríamos hoy en día corrigiendo la convicción de Napoleón Bonaparte, puesto que la anatomía también forma parte de la lista de bienes de consumo ofrecidos al capricho del sujeto.
Esa es la razón por la que Lacan, a diferencia de Freud, tuvo la intuición de que el nuevo paradigma de la subjetividad debía pensarse en referencia a la psicosis. Todo el esfuerzo de su enseñanza confluye hacia una conclusión final que cuestiona la raíz misma de nuestros principios clínicos y epistémicos. La conclusión es que la esencia del hombre moderno es la ausencia de pregunta. En el lugar de la pregunta, la respuesta se anticipa bajo la forma de una certeza que cierra la puerta al inconsciente. El inconsciente es la distancia que existe entre nuestros actos y nuestra comprensión de su sentido. Esa distancia, que en el hombre freudiano constituía el núcleo de su conciencia desdichada y lo impulsaba a rescatar el imperativo délfico en la forma renovada del análisis, está a punto de cerrarse. Es por ese motivo que la psicosis, en singular, más allá de sus variaciones que pluralizan la forma en que se presentan ante la mirada del clínico, es a partir de ahora el modelo del hombre. Y es por ese motivo que Lacan, misteriosamente, predijo que la psicosis es la normalidad, es decir, la norma. Porque la normalidad, la normalidad como triunfo absoluto de la cosmovisión que rige la era actual, ya no es solo el resultado de una construcción ideológica, sino también el producto de una verificación empírica: el hombre va dejando de creer en su síntoma, va dejando de suponer que el síntoma tiene algo que decir.

2018

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John Collier, sacerdotisa de Delfos (Wikipedia)

Fuente:  Gustavo Dessal 


Agradecemos a Gustavo Dessal su generosidad por compartir sus artículos en la Red.

 

13 comentarios en ««El hombre moderno ha perdido el sentido de la tragedia»»

  1. A busca hedonista do homem atual se confunde com a mercadoria na sociedade de consumo que vivemos . Parece que só restará marketing ditando regras . A perda de sentido será preenchida pelo modo com o qual nos » convidarao» a consumir , nesse sistema .

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    1. Hola Andrés,
      Lacan, en una de sus clases (clase X, «Del significante en lo real, y del milagro del alarido») del seminario Las psicosis habla del hombre moderno. Cito: «Un campo parece indispensable para la respiración mental del hombre moderno, aquel en que afirma su independencia con relación, no sólo a todo amo, sino también a todo dios, el campo de su autonomía irreductible como individuo, como existencia individual. Esto realmente es algo que merece compararse punto por punto con un discurso delirante.»
      Gracias por visitarnos. ¡Y buena lectura!
      Mercedes

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      1. Muchas gracias por su respuesta, Mercedes. Qué sugestivo. Me acerco a Lacan desde la literatura de la modernidad y me ayuda a comprender esos textos, que, a su vez, me ayudan a interpretar a Lacan. ¿Diría usted que el amo aludido en el texto es equiparable a una autoridad? Con todo lo negativo que resulte una autoridad -el padre, “todo dios”-, su No es fuente del deseo, y en la tragedia hay mucho deseo. Por eso, el hombre moderno quiere un mundo sin autoridad -el del mercado-, pero no un mundo sin amo -el del mercado, otra vez…

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  2. Soy un profano en psicoanálisis. Perdonen uds mi ignorancia. Pero cuando se refiere al “hombre moderno de Lacan” a que hombre se imagina Ud? Al banquero de NY? Al Cristiano radicalizado de Brasil? Al inmigrante que llega en pateras a Europa? A los musulmanes que quieren imponer su cultura a Europa. ¿Todos ellos son el “hombre moderno “?

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    1. Sí, todos ellos son el «hombre moderno». Son productos distintos del mismo discurso. El hombre moderno es enteramente cartesiano.
      Estimado Roberto, cito a Lacan (lo hice en un comentario anterior al tuyo y lo hago nuevamente porque creo que es muy claro): «Un campo parece indispensable para la respiración mental del hombre moderno, aquel en que afirma su independencia con relación, no sólo a todo amo, sino también a todo dios, el campo de su autonomía irreductible como individuo, como existencia individual. Esto realmente es algo que merece compararse punto por punto con un discurso delirante.» Esto lo dijo el 8 de febrero de 1956.
      Es un tema complejo, y realmente no es posible desarrollarlo en unas pocas líneas.
      Te envío cordiales saludos, Mercedes

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    2. El hombre moderno es el de la episteme de la modernidad. Fraguada en Europa del sur bien entrado el siglo XIII. Proyecto cultural que se expande hacia América y Occidente.

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  3. Ante la ausencia de pregunta, qué función adquiere el síntoma?
    He recordado a Castoriadis, su denominación de «elucidación» ( pensar lo que el hombre hace y saber lo que piensa)…
    La ideología de la individualización se ha ido imponiendo sobre Ser Uno, es decir, por un lado demanda la construcción de una identidad que se presenta como una elección, pero que en realidad parece destino insoslayable en dónde la posibilidad de escapar no se interroga. Y planteada la vida en una continua sucesión de nuevos comienzos, sea en los vínculos, el trabajo, etc.. qué espacio queda para un pensamiento que saque del delirio uniformado?

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