«Estamos empujados a consumir con la idea de que por la vía del consumo se puede obtener la felicidad»

Entrevista a Fabián Naparstek, por Alejandro Frías

– ¿Cuáles son las características del consumo actual?

En la actualidad hay un empuje al consumo generalizado, todo el mundo está empujado a consumir con la idea de que por la vía del consumo se puede obtener la felicidad, y esto marca mucho la época actual, a diferencia de una época anterior, donde, más allá de que siempre existe cierto malestar de la cultura, había diferentes salidas para ese malestar, y en la época actual hay una idea paradigmática de que la única salida sería por la vía del consumo. Esto hace de la toxicomanía una patología muy propia de la época. Siempre hubo consumo de drogas, y sin embargo lo que nosotros llamamos toxicomanía hoy en día no tiene más de 150 años. Es decir que puede haber diferentes usos de las drogas, pero el uso específico tiene poco tiempo en la historia de las drogas.

– ¿El objeto físico también se puede considerar droga?

La época actual muestra que todo es consumible, hasta el ser humano. Hoy se piensa al ser humano como un objeto mismo de consumo, hasta tenemos el extremo de que se venden chicos, se trafican seres humanos. Lo que muestra la toxicomanía es que cualquier cosa puede ser transformada en una sustancia tóxica, hasta las relaciones humanas se pueden transformar en tóxicas. Hay gente que viene a quejarse de que tiene una relación con alguien que no puede abandonar pero que la está llevando a la muerte, y sin embargo no puede abandonar esa relación. Como algo que está muy presente en la actualidad y que es la violencia de género. Vemos muchos casos de mujeres maltratadas por los hombres y sin embargo no pueden dejar de volver a buscar el mismo hombre que las maltrata, efectivamente, esto se les presenta como una adicción que no pueden abandonar, y no solamente eso, sino que si uno escucha estos casos, son mujeres que saben muy bien qué punto tocar para que ese hombre reaccione violentamente, claro que esto no impide sancionar a ese hombre que maltrata a la mujer.

– ¿Existe crítica de parte de la sociedad o se consume acríticamente?

El paradigma de nuestra época es que hay que consumir, es más, la contracara del consumo es la depresión, el que no puede consumir lo suficiente, por las razones que sea, termina deprimido. Entonces hay una bipolaridad, que es la manía por el consumo o la depresión. Y hasta lo hemos vivido históricamente en el país. Tenemos ejemplos de nuestra historia reciente, donde pasamos de la fiesta del consumo a una depresión terrible, y eso está empujado por la época, más allá de las características propias de nuestro país, porque no estamos fuera de una situación mundial que empuja hacia lo mismo. En Europa hay ahora una depresión profunda. A la depresión uno podría compararla en un sentido con la abstinencia. Hoy el paradigma propio es ir a consumir con la idea de que ahí se va a encontrar algo parecido a la felicidad.

– ¿Y en el consumo visto así hay prevalencia de alguna clase social?

– No, el empuje al consumo no hace diferencia de clase social. Lo que podemos ubicar son características y prácticas diferentes dentro de las clases sociales, pero cada vez menos, lo que en ciertas época, como el consumo de ciertas drogas, era para ciertas clases sociales, cada vez es menos, como el paco, que es propio de las clases sociales bajas y cada vez se encuentra más en las clases sociales más altas, hay algo de la toxicomanía que barre con todas las diferencias, como que ese empuje al consumo lleva a igualar a todo el mundo. Todo el empuje actual es a que todo el mundo consuma lo mismo y de la misma manera.

– ¿Se puede salir de esta situación?

– Toda situación histórica es novedosa y requiere una salida novedosa, más allá de que uno puede comparar ciclos en la historia. Lo que plantea el psicoanálisis  frente a esta situación es cómo ir en búsqueda, frente al empuje de que todos consumamos lo mismo, de la singularidad, de que cada uno encuentre una forma singular de enfrentarse a la época, con su gusto propio, cómo ir en búsqueda de lo que Lacan llamaba el propio aperitivo, que no son los grandes consumos, sino que es ese pequeño gustito que uno se puede dar y que siempre implica algo singular, porque no todo el mundo tiene el mismo aperitivo.

– Claro que eso la publicidad también lo plantea, porque lo que te dice es «sé vos comprando esto».

– Sí, pero tiene ese aspecto engañoso de hacerle creer a la gente que para ser uno tiene que comprar eso. La singularidad va en contra del mercado, porque el mercado empuja a que todo el mundo compre lo mismo. Es lo engañoso de la época, porque para ser uno, uno debe tener eso que le venden.

Andreas Gursky May Day V 2006
Andreas Gursky May Day V 2006 – andreasgursky.com

(2012)


Fuente: MDZ online

Ansiolíticos

Ansiolíticos: por qué se toman tanto (y deberían tomarse menos)

Enric Berenguer

Las personas, en todas las épocas y en todas las culturas, han tomado substancias que tienen efectos sobre cómo se sienten. Para “sentirse mejor” o en algunos a1casos experimentar sensaciones novedosas. Alcohol, café, tabaco, etcétera, demuestran lo que es una tendencia muy arraigada: conseguir por la vía rápida esos efectos actuando directamente sobre el cuerpo, en vez de conseguirlos tomando la vida como un conjunto.

No es un problema si se trata de divertirse o estar algo más despierto. Sí lo es cuando se convierte en un sistema de vida, basado en ignorar que los estados de ánimo son efectos de nuestra mayor o menor satisfacción vital, de causas más profundas para estar contento o tranquilo.

Así, cuando la medicina moderna descubrió drogas particularmente eficaces para regular ciertos estados de ánimo, por un lado consiguió una importante contribución al tratamiento de algunos trastornos, en los que esos estados resultan difíciles de controlar y afectan de un modo importante a la capacidad de la persona para hacerles frente, incluso para poder seguir con su vida y actividades. Pero, por otro lado, abrió toda una serie de posibilidades para el mal uso de esos remedios.

Alguna cuenta pendiente

El problema de pastillas como los ansiolíticos es precisamente que son eficaces y consiguen, a menudo, eliminar las sensaciones desagradables que acompañan a la angustia. Y eso, que en principio está muy bien, tiene sus inconvenientes.

Character por AshleyPrix
Character por AshleyPrix

En primer lugar, porque, como dijo Freud, la angustia es una señal, y como tal nos indica que hay alguna cuenta pendiente con nosotros mismos, con una situación vital o decisiones que esperan. Como señal que es, debe ser escuchada y atendida. Ya sólo por este motivo, los ansiolíticos no deberían ser nunca tomados como la solución única y completa a un problema, sino como un apoyo para afrontarlo, recurriendo a quienes nos puedan ayudar a hacerlo consciente y entenderlo mejor.

En segundo lugar, porque acostumbrarse a combatir la angustia sólo con pastillas hace que los recursos propios de la persona para enfrentarse a ella se debiliten (de la misma forma que quien se habitúa a los somníferos acaba perdiendo la capacidad natural para dormirse). Y eso produce una gran dependencia psicológica, además de la física – que también existe y es por sí misma peligrosa.

Pero lo que por nuestra parte destacaremos es que, al abusar de esa muleta para ir por la existencia, la persona, sin darse cuenta, puede volverse cada vez más cobarde, renunciando ya de antemano a enfrentarse a los retos de la vida sin una ayuda química. Este es el otro motivo por el que los ansiolíticos nunca deben tomarse confundiéndolos con una panacea y sin contar con el apoyo de un tratamiento que ayude a desarrollar las propias formas de sobreponerse a la angustia, que es un sentimiento existencial aunque sus manifestaciones sean en buena parte corporales.

Hay que escuchar el mensaje que la angustia contiene, no acallarlo del todo.

(2016)

Fuente: La Vanguardia